El Anexo I es un documento sustancial y global que trata con gran detalle asuntos como el proyecto y la construcción de los petroleros, equipo a bordo, tuberías y medios de bombeo, la descarga operacional de hidrocarburos por todo tipo de buques, instalaciones de recepción en tierra, limpieza de tanques, planes de emergencia a bordo y el modo en el que un petrolero debe reaccionar en caso de avería. Se trata de la autoridad suprema en cuanto a proyecto, construcción y explotación de los buques que transportan cargas de hidrocarburos.
La enmienda de este anexo permitió acelerar el calendario de retirada gradual del uso de los buques tanque de casco sencillo, con motivo de los graves siniestros de los buques tanque Nakhodka, Erika y Prestige.
Las enmiendas de 1992 a este anexo hicieron obligatorio el doble casco para los petroleros nuevos e introdujeron un calendario de retirada para los petroleros de casco sencillo. Estas enmiendas se revisaron posteriormente en 1997, 2001 y 2003 a consecuencia de los tres siniestros de los petroleros mencionados. Como resultado de ello, con determinadas excepciones atentamente reglamentadas, la navegación de los petroleros de casco sencillo estará prohibida a partir de este año 2010.
Actualmente, se reconoce ampliamente que el Anexo I del Convenio MARPOL ha contribuido en gran medida a una disminución muy apreciable de la contaminación por hidrocarburos, tanto operacional como accidental, causada por los buques. La prescripción de 15 partes por millón para las descargas de sentina de los espacios de máquinas de todos los buques, el procedimiento de lavado con crudos o la norma del doble casco, por citar sólo unos cuantos ejemplos, constituyen una parte importante de este anexo.
En tiempos pasados, en el anexo I, prevalecía el enfoque «correctivo», y sólo se adoptaban disposiciones nuevas e innovadoras cuando tenían lugar casos catastróficos de contaminación. Hoy día el enfoque predominante tiene un carácter preventivo. Es necesario que cuestiones tales como la corrosión de los espacios del doble casco de los petroleros, por ejemplo, se aborden antes de que se produzca el fallo estructural del buque.
Ahora que la primera generación de buques de doble casco se aproxima a los 15 años, ya empiezan a percibirse los efectos de la corrosión y otros problemas, como la necesidad de mejorar la capacidad y la eficacia del equipo separador de agua e hidrocarburos, para facilitar el persistente problema de la inadecuación de las instalaciones de recepción en tierra y la mejora de las políticas de implantación y aplicación adoptadas tanto por los Estados de abanderamiento como por los Estados rectores de puertos.
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