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Más Allá de los Titulares: Lo que Realmente se Decidió para Salvar los Océanos en Niza 2025

25 Sep

Introducción : Un punto de inflexión para el océano

La creciente preocupación mundial por la salud de nuestros océanos ha alcanzado un punto crítico. En respuesta, del 9 al 13 de junio de 2025, la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos en Niza reunió a líderes mundiales, científicos, pueblos indígenas, empresas y la sociedad civil para abordar frontalmente esta crisis. La urgencia del momento quedó encapsulada en la contundente declaración inaugural de António Gutèrres, Secretario General de la ONU.

“Debemos poner fin al saqueo de los océanos”.

Más allá de las declaraciones políticas y los discursos de alto nivel, la cumbre produjo resultados sorprendentes y tangibles que a menudo no llegan a los grandes titulares. Este artículo revela los cuatro avances más importantes que definirán el futuro de la gobernanza y protección oceánica.

1. El Tratado de Alta Mar por fin es una realidad: La ley llega a aguas internacionales

Uno de los logros más significativos y estructurales de la cumbre fue asegurar la ratificación del Tratado de Alta Mar (conocido por sus siglas en inglés, BBNJ). Este tratado es crucial porque es jurídicamente vinculante y, por primera vez en la historia, establece un marco legal para crear áreas marinas protegidas en alta mar, esas vastas extensiones de océano que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales y que hasta ahora carecían de una protección efectiva.

La cumbre de Niza fue el catalizador decisivo. Al finalizar la conferencia, 56 países ya lo habían ratificado y 12 más anunciaron su intención inminente de hacerlo, asegurando su entrada en vigor antes de que finalice el año. Este es un avance monumental porque marca el paso de los compromisos voluntarios y fragmentados a una gobernanza oceánica global con fuerza de ley. Se convierte así en la herramienta más poderosa para alcanzar el objetivo global de proteger el 30% del océano para 2030.

2. Más allá del plástico: Se declara la guerra a las amenazas «invisibles»

La conversación sobre la protección del océano se ha vuelto mucho más sofisticada. Si bien la lucha contra la contaminación por plásticos sigue siendo una prioridad, en Niza el enfoque se expandió para declarar la guerra a amenazas menos visibles pero igualmente devastadoras para la biodiversidad marina.

El ruido submarino, generado principalmente por el transporte marítimo comercial, fue uno de los protagonistas. Este ruido constante tiene consecuencias graves para los mamíferos marinos como ballenas y delfines, que dependen del sonido para comunicarse, navegar y sobrevivir. En respuesta, la Organización Marítima Internacional (OMI) ha desarrollado directrices revisadas y un plan de acción concreto. Para reforzar este compromiso, durante la cumbre se anunció el lanzamiento de la «Coalición de Gran Ambición para un Océano Silencioso», un grupo de 37 países comprometidos con la lucha contra la contaminación acústica submarina.

Otra amenaza abordada fue la «bioincrustación». Este término se refiere a la acumulación de microorganismos, plantas y animales en los cascos de los buques. Se ha identificado como una de las principales vías de propagación de especies acuáticas invasoras, que pueden desequilibrar ecosistemas enteros. Para combatirlo, la OMI está desarrollando un nuevo marco jurídicamente vinculante para controlar este problema, actualmente en desarrollo para su posible adopción en 2027. Este enfoque demuestra un compromiso más profundo y científico, atacando las causas raíz del desequilibrio ecológico marino.

Atacar estas amenazas científicamente complejas requiere un cambio igualmente profundo en la forma en que financiamos la protección oceánica, un tema que dominó los debates en Niza.

3. Una nueva «arquitectura financiera» para el océano: De la donación a la inversión

Uno de los debates más transformadores en Niza giró en torno a la necesidad de construir un modelo financiero completamente nuevo y estructural para los océanos. El paradigma está cambiando: la conservación marina ya no se ve como un gasto o un acto de caridad, sino como una inversión estratégica fundamental. Se presentaron innovadores instrumentos financieros diseñados específicamente para movilizar capital a gran escala:

  • Bonos azules: Instrumentos de deuda para financiar proyectos marinos y oceánicos sostenibles.
  • Mecanismos de compensación por servicios ecosistémicos: Sistemas que pagan a los propietarios o gestores de ecosistemas por los servicios que estos proporcionan, como la captura de carbono o la protección costera.
  • Fondos multilaterales: Fondos de inversión a gran escala para garantizar la equidad para países insulares y costeros en desarrollo, reconociendo su vulnerabilidad y su papel clave en la custodia del océano.

El objetivo es alinear estas inversiones con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (Vida Submarina) y el Acuerdo de París. Como se enfatizó durante la cumbre, este cambio de paradigma es esencial.

Proteger el océano es una inversión en estabilidad climática, biodiversidad y seguridad alimentaria global.

Este enfoque redefine la conservación, tratándola no como un costo, sino como una inversión estratégica indispensable para la resiliencia y la prosperidad de la economía mundial.

4. El sector privado sube a bordo: Se forjan alianzas industriales sin precedentes

La cumbre de Niza marcó un fuerte impulso para involucrar al sector privado como un socio activo y esencial en la solución, no solo como una entidad a regular. Se reconoció que sin la innovación, la escala y los recursos de la industria, los objetivos de sostenibilidad oceánica son inalcanzables.

La «Declaración de Acción Empresarial» del Pacto Mundial de la ONU, respaldada por más de 80 empresas, y el lanzamiento del «Ocean Investment Protocol» como guía para la inversión responsable, son prueba de este compromiso. Aún más significativo fue el anuncio de la OMI sobre la creación de dos nuevas Alianzas Industriales Mundiales, diseñadas específicamente para movilizar la acción contra el ruido submarino y la contaminación marina por plásticos. Estas alianzas son el mecanismo que traduce la política en acción industrial, conectando directamente los objetivos de la cumbre con la capacidad de innovación del sector privado para resolver las amenazas identificadas.

Conclusión: Las promesas no son la línea de meta

La cumbre de Niza demostró ser más que una simple reunión para hacer promesas. Marcó un punto de inflexión hacia la acción tangible a través de leyes vinculantes como el Tratado de Alta Mar, un enfoque científico en amenazas complejas como el ruido submarino y la bioincrustación, la creación de nuevos modelos de inversión y la integración estratégica del sector privado.

Sin embargo, el éxito de la cumbre no se medirá por los acuerdos firmados, sino por su implementación. Como lo expresó perfectamente el Secretario General de la OMI, Arsenio Domínguez:

«Los compromisos son un primer paso necesario, pero no son la línea de meta».

Niza ha dejado claro que el momento de actuar es ahora. La pregunta que queda es si, como comunidad global, seremos capaces de convertir este impulso en la acción sostenida que nuestro océano necesita desesperadamente.