14 de noviembre de 2025

Introducción: Un Aplazamiento con Profundas Ramificaciones
En octubre de 2025, la Organización Marítima Internacional (OMI) tomó una decisión que resonó en toda la industria: aplazar por un año, hasta 2026, la adopción del esperado Marco de Cero Emisiones Netas (NZF, por sus siglas en inglés). Este marco no es una regulación más; se trata del paquete de medidas a medio plazo diseñado para convertir en obligaciones legales las ambiciones de la Estrategia GEI 2023, el plan maestro para descarbonizar el transporte marítimo para 2050.
El NZF se compone de dos pilares interconectados: una norma mundial sobre la intensidad de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de los combustibles y un mecanismo económico para fijar un precio a las emisiones. Su aplazamiento no fue una simple demora técnica, sino el resultado de una fractura en el consenso multilateral, sumiendo al sector en una profunda incertidumbre. Este artículo analiza las implicaciones técnicas y jurídicas de esta parálisis y traza una hoja de ruta estratégica para construir el consenso de cara a la decisiva sesión de 2026.
La Disonancia Central: Inacción Política vs. Obligación Jurídica Internacional
Para comprender la gravedad del aplazamiento, es crucial diferenciar entre la naturaleza de la decisión tomada y el contexto del derecho internacional.
- El Aplazamiento: Una Decisión Política. La votación para posponer el NZF fue una moción táctica que refleja una falta de consenso y la prevalencia de intereses geopolíticos a corto plazo. Fue, en esencia, una «pausa» en la toma de decisiones que deja el futuro del marco en el limbo, sin garantía de su adopción final.
- La Adopción Formal: Un Procedimiento Jurídico. Si se hubiera decidido adoptar el marco (incluso bajo un procedimiento lento como la «aceptación explícita»), la OMI habría enviado una señal de mercado inequívoca y definitiva. El debate habría concluido, dando paso a los procesos de ratificación nacional. La diferencia es fundamental: el aplazamiento genera incertidumbre; la adopción, incluso si es lenta, proporciona certeza regulatoria.
Esta parálisis política choca frontalmente con una tendencia jurídica global cada vez más clara. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha consolidado la obligación de los Estados de actuar con «debida diligencia estricta» para prevenir y mitigar el daño climático, lo que incluye regular las actividades de actores privados como las flotas navieras. De hecho, la CIJ ha sido clara en que la responsabilidad de un Estado puede surgir por la simple omisión de adoptar medidas preventivas, sin necesidad de que el daño se haya materializado.
Desde esta perspectiva, la decisión de posponer un marco regulatorio global podría ser interpretada en foros internacionales como una falla colectiva en el cumplimiento de esa diligencia, aumentando la vulnerabilidad legal de los Estados Miembros ante futuros litigios climáticos.
Las Consecuencias del Impasse: Un Mosaico Regulatorio Lleno de Riesgos
La ausencia de un marco global unificado no genera un vacío, sino que lo llena de complejidad y riesgo. Las consecuencias más inmediatas son:
- Incertidumbre y Parálisis de la Inversión: Sin reglas globales claras, los armadores, astilleros y proveedores de combustible enfrentan un dilema que retrasa las inversiones masivas en buques y tecnologías de cero emisiones. Esto fomenta estrategias conservadoras, como optar por buques «preparados para combustible dual» que, en la práctica, prolongan la dependencia de los combustibles fósiles.
- Fragmentación y el «Efecto Bruselas»: Ante la inacción de la OMI, marcos regionales como el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE (EU ETS) y la regulación FuelEU Maritime ganan una importancia desproporcionada. Esto crea un «complejo mosaico regulatorio» con riesgos de doble cumplimiento para flotas globales y la amenaza de «fuga de carbono», donde el tráfico marítimo se desvía a puertos fuera de la UE para evadir costos.
- El Riesgo Oculto de la Fuga Intermodal: Más allá del desvío de puertos, estudios recientes alertan sobre un fenómeno más preocupante: la fuga de carbono intermodal. Al aumentar los costos del transporte marítimo sin una alternativa global, se pueden crear incentivos perversos para mover carga de alto valor al transporte aéreo, un modo que es órdenes de magnitud más intensivo en carbono. Paradójicamente, una regulación marítima mal coordinada podría aumentar las emisiones totales del sector logístico.
El Camino hacia 2026: Propuestas para una Hoja de Ruta Constructiva
Superar el estancamiento requiere más que voluntad política; exige un fortalecimiento técnico y diplomático de la propuesta del NZF para abordar las preocupaciones legítimas de los Estados opositores sin sacrificar la ambición climática. La ruta hacia el consenso en 2026 debe centrarse en:
- Reforzar la «Transición Justa»: El mecanismo de distribución de ingresos del NZF debe transformarse en un «Fondo de Transición Marítima Justa». Su gobernanza debe ser más transparente y participativa, con representación equitativa de los Países Menos Adelantados (PMA) y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) para neutralizar las críticas sobre la opacidad en la gestión de fondos.
- Incorporar Flexibilidad y Diferenciación: Alinear el NZF con el principio del Acuerdo de París de «responsabilidades comunes pero diferenciadas». Esto permitiría a los Estados implementar el marco global de acuerdo a sus capacidades nacionales, sin imponer cargas desproporcionadas a las economías en desarrollo.
- Demostrar la Viabilidad Técnica: Es necesario romper el argumento circular de que «no hay suficientes combustibles limpios». La regulación debe crear el mercado, no al revés. El NZF es precisamente la señal económica necesaria para desbloquear la inversión en la producción a escala de combustibles ZNZ. La expansión de «corredores verdes marítimos» como proyectos piloto puede generar la evidencia empírica necesaria para refutar las dudas sobre la viabilidad.
Conclusión: Del Escepticismo a la Solución
El aplazamiento del Marco Net-Zero ha colocado a la OMI y al sector marítimo en una posición delicada. Sin embargo, este período de reflexión forzada representa una oportunidad para evolucionar de una evaluación crítica a una hoja de ruta constructiva.
Para los estudiantes de las universidades Maritimas y la gente de mar, comprender la profundidad de este debate es fundamental. No se trata solo de nuevas reglas sobre combustibles, sino del diseño del futuro del comercio marítimo global, del equilibrio entre la sostenibilidad ambiental, la viabilidad económica y la equidad internacional. El camino hacia 2026 será complejo, pero un multilateralismo reafirmado, basado en la solidez técnica y el pragmatismo político, puede y debe prevalecer para garantizar que el transporte marítimo avance hacia un futuro de cero emisiones netas.
VER: Las negociaciones de la OMI sobre el transporte marítimo con balance cero se reanudarán en 2026
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